Está claro que, a lo largo de la historia de la humanidad, los seres humanos hemos aprendido más tiempo en contacto con la naturaleza que encerrados entre 4 paredes. Lo del aula es algo relativamente nuevo…
Existen estudios muy recientes que demuestran que el tiempo que pasamos en el medio natural afecta a nuestra salud global (cognitiva, emocional, social y física), pero también el tiempo que estuvimos en contacto con la naturaleza durante la infancia: los niños que crecieron en entornos completamente urbanos tienen un 55% de probabilidad mayor de desarrollar enfermedades mentales en la adolescencia y en la edad adulta que los que crecieron en los entornos más naturales (Engemann et al., 2019).
Naturaleza y aprendizaje
Salir al exterior y disfrutar de una postura ergonómica aunque no contemos con pupitres ni sillas es posible. Solo es cuestión de organizarse y de contar con las herramientas que lo hacen posible como por ejemplo, la emblemática Z-tool.
Aquí planteamos algunas evidencias que explican cómo la naturaleza puede mejorar el aprendizaje.
- Mejora la atención
La atención constituye un factor clave en el aprendizaje. Un simple paseo por un entorno natural es suficiente para recargar de energía los circuitos cerebrales asociados a la fatiga mental y mejorar el desempeño en tareas en las que interviene la atención ejecutiva (Berman et al., 2009). Por ejemplo, esta red atencional vinculada a la concentración y al autocontrol mejora si el alumnado realiza las tareas académicas en aulas con ventanas abiertas que dan a espacios verdes.
- Disminuye los niveles de estrés
Otro dato interesante a modo de ejemplo: estudiantes de Primaria que estudiaron un día entero a la semana en plena naturaleza, durante todo el curso, mostraron una reducción diaria en sus niveles de la hormona catabólica cortisol, a diferencia de los que lo hicieron en el entorno cerrado de la escuela, que mantuvieron unos niveles de cortisol estables a pesar de la tendencia natural en la infancia a reducirse durante el día desde el máximo matinal (Dettweiler et al., 2017). (…)
- Mejora el autocontrol
El contacto con la naturaleza tiene un efecto positivo directo sobre la autodisciplina en la infancia. En un estudio en el que participaron niñas y niños de entre 7 y 12 de años edad, se comprobó un mejor desempeño en tareas que requerían concentración, inhibición de los impulsos y aplazamiento de la recompensa en aquellas que vivían en la cercanía de espacios verdes (Faber Taylor et al., 2002).
Está claro que la naturaleza podría ser una herramienta prometedora para trabajar la autorregulación en la infancia.
- Incrementa la motivación y el compromiso activo
Aunque muchos profesores tienen miedo de desplazar el contexto del aula al exterior porque creen que ello compromete la concentración en las clases posteriores, parece que no es así. Los estudiantes suelen estar más motivados y comprometidos con el aprendizaje en entornos naturales y, además, ello conlleva una mejor participación en las tareas siguientes, ya en el contexto clásico del aula (Kuo et al., 2018).
- Promueve la actividad física
La actividad física en la infancia tiene un impacto positivo a nivel cerebral, con una especial incidencia sobre las funciones ejecutivas. Sin olvidar los beneficios cardiorrespiratorios y todo lo que conlleva sobre la salud combatir las conductas sedentarias en los tiempos actuales. En el contexto del aula, parones activos de unos pocos minutos son suficientes para mejorar la concentración durante las tareas académicas posteriores (Hillman et al., 2019). (…) Asimismo, los parones durante la jornada escolar que promueven el juego libre de los niños en espacios verdes (los patios como oportunidades de aprendizaje) recargan de energía los circuitos cerebrales que permiten recuperar la atención (Amicone et al., 2018).
- Mejora el contexto de aprendizaje y las relaciones sociales
El entorno tiene una gran importancia también por la creación del clima emocional que facilita. Por ejemplo, proporcionar experiencias educativas en contacto con la naturaleza genera climas emocionales más sosegados, seguros y divertidos que mejoran las relaciones entre compañeros y facilitan el aprendizaje (Nedovic y Morrisey, 2013).
- Facilita el juego y la creatividad
El contacto con la naturaleza fomenta las buenas relaciones y la cooperación porque facilita el juego, un factor crítico en el aprendizaje que estimula, especialmente en la infancia, el desarrollo físico, cognitivo y socioemocional.
Contenido publicado originalmente en Escuela Con Cerebro.