¿Quién no ha aprendido algo después de cometer un error? Por desgracia, dentro de las aulas los errores se reducen a un tachón con boli rojo y una nota más baja. El problema no es que los alumnos se equivoque, sino que los profesores no usen esos errores para promover el aprendizaje.
De hecho, en la mayoría de casos, los alumnos creativos con un pensamiento único y arriesgado no sacan las mejores notas. Los que alcanzan las calificaciones más altas son quienes menos errores cometen en tests estandarizados que no dan lugar a un pensamiento más elaborado.
Lanzamos algunas ideas para desestigmatizar el error y hacer que los alumnos consigan verlo como algo positivo. Aquí van 4 propuestas para que los errores sean una parte positiva del proceso de aprendizaje, tanto para los alumnos como para los profesores.
4 FORMAS DE APRENDER DE LOS ERRORES DENTRO DEL AULA
1. Explicar el porqué de cada corrección
No sirve de nada marcar los errores de un trabajo o examen con un boli rojo. Lo verdaderamente útil es dar una explicación sobre qué ha fallado y cómo pueden hacerlo bien la próxima vez.
Es muy útil dar una segunda oportunidad para que puedan procesar, entender y aplicar las correcciones. Es la forma más fácil y evidente de mostrarles que se puede aprender de los errores y mejorar su calificación.
2. Ayudar a convertir una respuesta errónea en un acierto
Cuando un alumno se equivoca delante de todos sus compañeros, no conviene decir «No, estás equivocado». Hay estudios que muestran que el cerebro reacciona de forma similar ante una situación de error que una amenaza física. Por lo tanto, podemos decir que el miedo a la equivocación (y a la humillación si ocurre en público) duele.
Para evitar esta situación, cuando alguien se equivoca en clase hay que evitar ponerlo de manifiesto. En su lugar, puedes preguntar al alumno por qué piensa que esa es la respuesta correcta, de manera que no se sienta violent y pueda llegar él mismo a la respuesta adecuada usando el razonamiento.
3. Presumir de los errores (y las lecciones que han traído)
Una forma divertida de aprender de los errores es que el profesor sea el primer en mostrarse «vulnerable» explicando situaciones equivocadas de las que ha sacado algún aprendizaje. Pueden ser anécdotas divertidas para captar la atención de la clase e incentivar que los alumnos entren en el debate.
Existe esa falsa idea que los profesores no pueden equivocarse, y desmentirla puede ser un buen inicio para que los alumnos dejen de ver los fallos como algo totalmente negativo.
4. Tener en cuenta el grado de mejora de cada alumno a la hora de poner notas
Finalmente, aprender de los errores debería ser valorado como una capacidad muy positiva. Ayuda al desarrollo personal y educativo de todo el mundo. Así que, ¿por qué no valorarlo en las notas? En lugar de valorar si se ha llegado a determinados objetivos o se han respuesto bien un mínimo de preguntas, merece la pena tratar a cada alumno individualmente a la hora de calificar. Cuanto más mejora muestre un alumno, mejor debería ser su nota.